El ojo
del huracán dormido, el punto
de no retorno, el centro
de ingravidez.
Un lunar proponiendo geografías
con trazos en bucle
a las puntas romas de grafito,
mis manos
con voluntad de trenza y bosquejo.
Cálculo derivas
y diámetros imposibles
sobre inmensos planos de soledad,
desubicaciones.
El parpadeo
del detector de humo vigilante
deja ahora
una marca roja de francotirador
que me apunta justo
al centro de tu nombre.
El ojo del huracán…

Deja una respuesta