Dan igual
los pasos, la ciudad o la lengua
del viajero que cruza y se detiene
frente a un instante de manos
crecidas y maneras de tocar
donde no sabría
ni alcanzar ni alcanzarme y tú llegas
descalza de tiempo, desordenando
a tu manera el sentido.
Dan igual
las horas
cuando pienso el silencio,
miro en voz baja,
me bebo la alegría del aire
de un parpadeo que no es mío,
pero es verdad
(y me sonríe).
Para Pilar, especialmente. Diciembre de 2019.
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